INST. MUSICALES


Coleccionista,
y estudioso de instrumentos musicales "CASTAÑUELAS"

Instrumentos musicales de Jesús Solano expuestos en 2007 en Marchena

B REVE HISTORIA DE LAS CASTAÑUELAS

Por Jesús García Solano

                            Hay quien considera que el origen de las castañuelas, o al menos una forma menos evolucionada de ellas, son los palillos o tejoletas, consistentes en dos láminas de madera, barro, teja o incluso dos piedras que colocadas entre los dedos y mediante un movimiento de muñeca se hacen repicar, y con habilidad y práctica se pueden obtener diferentes ritmos de acompañamientos, ésta técnica sirve también para tocar cucharas o cualquier otro par de objetos alargados y planos.

                            De hecho, en ocasiones, se aplica indistintamente el nombre a uno u otro instrumento, denominándose también Tarrañuelas, Tarreñas, Castañetas o Palillos, entre otros, tanto a las castañuelas como a las tejoletas.
                            El término tejoleta se suele reservar para los instrumentos de barro o ‘teja’ y a veces se fabricaban de restos de piezas rotas de platos o cántaros.
                            Su forma y tamaño varía mucho y su fabricación suele ser bastante libre, aunque sí existe una cierta tipología según las comarcas, desde un rectángulo alargado y estrecho, o más ancho con una hendidura para colocar los dedos a formas redondeadas que se ensanchan en su parte inferior formando una pala y rebajando la parte correspondiente a los dedos.


                            Existen casos, como los modelos de Cuellar (Segovia) en que el instrumento presenta dos palas, con un estrechamiento. En la parte central para los dedos de forma que al tocar, entrechocan por encima y debajo de los dedos, siendo una técnica algo más compleja que las tradicionales de palas más corta.
                            Las maderas que se emplean son preferentemente duras, Haya, roble, boj, encina y modernamente, maderas de importación como ébano o granadillo.
                            Son más incómodas de tocar mientras que actualmente, se fabrican más delgadas, entre 0,5 y 1 cm. su longitud oscila entre los 10 y 20 cm. y su anchura máxima entre 3 y 6 cm. siempre medidas orientativas.
                            Era habitual que una vez talladas y pulidas, se ‘frían’ ligeramente en aceite o se asaran en el horno previamente impregnadas en dicho producto, este proceso, empleado también en otros procesos artesanales de la madera, mejoraba las cualidades de dureza y conservación del material.
                            Con el mismo fin, en ocasiones, se quemaban los bordes que van a entrechocar.
                            Como es natural, dependiendo de la madera, el grosor, influye en el sonido, por lo que quien las emplea ‘profesionalmente’ poseen varios ejemplares que eligen según el momento.
                            Normalmente se tocaban un solo par, aunque en ocasiones, instrumentistas más hábiles hacen repicar con ambas manos simultáneamente.
                            También se dan casos de tocar tres, en vez de dos tablillas, lo que produce un sonido más abundante, en éstos casos, la tercera tablilla suele ser más pequeña.

                            Respecto a las castañuelas, es impresionante la gran cantidad de formas y tamaños que existen en nuestra cultura tradicional, a veces dependiendo de las zonas y en otras, coexistiendo en un mismo lugar. El nombre de castañuela, o castañeta, designación más común hasta el siglo XVIII, parece proceder de su semejanza con el fruto del castaño, aunque en las citas literarias y en los diccionarios antiguos como el de Nebrija (s. XV) se emplea para definir, el chasquido que se hace al frotar los dedos contra la mano, lo que hoy llamamos ‘hacer pitos’.
                            Algunos diccionarios más modernos, como ‘El Tesoro de la Lengua Castellana o Española’ de Covarrubias añaden que ‘ para que suene más, se atan al pulgar dos tablillas cóncavas y por fuera redondas a modo de castañas’. Aún en la actualidad existen unas castañuelas muy pequeñas, de apenas 4 ó 5 cm de diámetro que se colocan y tocan de esa forma y se denominan Pitos.
                            No queda pues claro si fue antes el sonido o el instrumento, durante mucho tiempo se utilizó indistintamente para definir a ambos. Otros nombres que reciben, según lugares es: ‘postizas’, en Valencia, ‘Chácaras’ en Canarias (Islas de Hierro y la Gomera), “jotáneos” o pulgaretes en Aragón, y en Euzkadi, “Castanyoles”.
                            La mayoría de las castañuelas, se tocan por pares, una en cada mano, y cada una de ellas consta de dos piezas simétricas, convexas por la parte exterior que se llama (concha) y ahuecadas en su parte interior para aumentar su sonoridad, este hueco se denomina corazón y puede ser de diferentes formas y tamaños, redondo, cuadrado, triangular, en forma de estrella u otros.

                            La cara interior de cada pieza no suele ser totalmente plana, sino que es más prominente por la parte inferior, de manera que el golpe se produce tan sólo en éste punto, llamado yunque, de ésta forma el sonido producido no se ‘ahoga’ y sale más limpio y claro.
                            A diferencia de las tejoletas, las dos piezas de la castañuela están unidas por su parte superior mediante un cordón que las atraviesa por dos puntos, llamados orejas o cejas, y sirve también para fijarlas a los dedos.

                            La forma de las orejas es también muy variada, y puede ser desde casi nula a excesivamente prominente, así como el tamaño no es estándar, salvo en las actuales castañuelas de ‘flamenco’ o ‘concierto’ que más comúnmente se comercializan en la actualidad.
                            Unas de las castañuelas más grandes son las Ibicencas que pueden alcanzar más de 20 cm. de largo y de 10 a 11 de ancho, y casi 5 cm de espesor.
                            Por ser tan gruesas, no se emplean para repicar con ellas, colocadas en los dedos, medios y anular de cada mano, se producen golpes secos y ritmos pausados, recordando las pisadas de caballos.
                            Lo mismo podemos decir de las Chácaras Canarias, en forma redonda o las grandes castañuelas de algunas comarcas de León y Asturias, en los pueblos de los Picos de Europa.
                            En el otro extremo se encontrarían los ya mencionados Pitos, de pequeño tamaño que se colocan en el Pulgar.
                            Entre ambos existen numerosas variantes, siendo el tamaño más abundante el que se puede colocar en el interior de la palma de la mano.
                            Sus formas son ovoides, redondas, cuadrangulares, o triangulares...
                            El material más empleado en su construcción es la madera, preferentemente, como las anteriores, de gran dureza como el boj , la encina, el nogal, el haya o árboles frutales del lugar y en la actualidad el palo santo ó granadillo que parece ser la preferida de los ‘concertistas’.
                            También se han empleado otros materiales, especialmente en la vertiente no popular como el marfil, hueso (para pitos) metal y actualmente Tela prensada, Fibra de vidrio, mezcla de papel prensado, de metacrilato o ebonita.
                            Existen excelentes constructores profesionales de castañuelas, especialmente de ‘flamenco’ y ‘concierto’ incluso en Estados Unidos, en donde se han fabricado piezas de gran calidad.
                            Los modelos tradicionales para el folclore regional, suelen ser fabricados por pastores o artesanos de las distintas comarcas peninsulares, en éstos casos suelen estar decoradas con tallas y dibujos de gran belleza que hacen que cada ejemplar sea único y personalizado a su dueño. (decir que en la mayoría de los caso eran regalos a la amada)
                            Hechos a punta de navaja o lezna constituyen una de las fuentes más importantes del arte pastoril y tradicional en nuestra cultura. Están formadas por multitud de formas y símbolos.
                            Para tocar las castañuelas se colocan en ambas manos sujetándolas con el cordón entre los dedos índice y medio si se trata de acompañar bailes o danzas populares o en el pulgar si son pitos o castañuelas modernas, de flamenco o concierto, ésta última forma, permite mantener libre los otros cuatro dedos para tocar y repicar lo que permite mayor lucimiento del intérprete y dota de mayores posibilidades al instrumento.
                            En todo par de castañuelas siempre habrá una que suene más aguda que la otra, a ésta se la llama hembra, y macho a la grave, por lo general, se coloca en la mano derecha e izquierda respectivamente.
                            Los datos más antiguos sobre ‘palillos de entrechoque’ se remontan al antiguo Egipto, donde junto a numerosas representaciones gráficas se han conservado algunos ejemplares, con forma de manos, palillos de marfil de dientes de hipopótamos, envueltos como momias en pequeños estuches de sarcófagos, así como los brazaletes de marfil encontrados en Ucrania.
                            En Egipto, también se encontraron unas con forma de “bota de madera cortada longitudinalmente con muescas en la parte que correspondía a la pierna mientras que la parte del pie servía de mango”, parece referirse a algún tipo de tejoletas, pero también habla de un segundo modelo que “tenía casi la apariencia de las castañuelas españolas modernas, pero era menos chata y asemejaba una castaña”, además ” estaba ahuecada por las caras percutientes para dar una resonancia más plena”,
Los griegos las representan en muchas de sus ánforas y jarras, grabadas donde se puede apreciar, usadas por bailarines, en especial en los culto a Dioniso, Dios del Vino, que también se le conoce por Dios Baco.
                            Pero los palillos o palos de entrechoque de una u otra forma, hemos encontrado que existen aun en la actualidad en la mayoría de los piases del mundo.
                            En el extremo oriente, concretamente en la China, se emplean grupos de 12 tablillas unidas por cordones colocadas en abanico, aunque la forma de tocar son muy difiere de nuestro instrumento y se acompañan de unos cántico, con un ritmo muy parecido a lo que hoy llamamos el Ra.
                            Pero, volviendo a sus orígenes, es probable que la actual castañuela, tenga su origen más directo en la ‘crusmata’ Ibérica formada por dos grandes conchas marinas o dos piezas de madera que se hacían sonar entre los dedos y la palma de la mano y concretamente por Andalucía en la época de los Tartessos. Siglo V antes de C.
                            La sencillez del instrumento y su facilidad, facilita su difusión por toda la península apoyado en las diferentes colonizaciones y movimientos de población, así como su evolución para adaptarse a las peculiaridades de cada comunidad, incorporándose a la música popular e incluso culta de la Edad Media, como lo demuestran algunas ilustraciones como la cantiga 330, de Alfonso X el Sabio, donde un músico aparece acompañarse de unas tarreñas alargadas a la vez que canta junto a un tocador de chirimía.
                            A partir del Renacimiento y siglos posteriores, la castañuela es citada a menudo en la literatura describiendo escenas populares aunque siempre asociado a música ruda de villanos y pastores, y en ocasiones a bailes populares de dudosa moralidad, como la Zarabanda y la Chacona que debido a los ‘lascivos movimientos y contorsiones ’ de los danzantes provocaron la censura de algunos de nuestros moralistas y el ‘escándalo’ de algunos visitantes extranjeros, y a la vez la admiración por la maestría del baile.
                            Pero también se empleaban castañuelas en Danzas rituales religiosas. Aún se conservan en la actualidad manifestaciones tradicionales en que se ofrenda al Santo de la localidad, con danzas ceremoniales acompañadas de castañuelas, un ejemplo es la “Danza de Picayos” de Cantabria en el pueblo de San Vicente de la Barquera, que emplea un modelo específico de castañuela. La Danza de los Diablucos en Helechosa de los Montes Badajoz, en la Hermandad de la Raja, en el pueblo de Galisteo, Cáceres y en Guadalajara en el pueblo de Beleña de Sorbes, la castañuela, que hace sonar el personaje EL BOTARGA en sus danzas y saltos por las calles del pueblo en los días 1,2,3, de febrero terminando el día 3 festividad de San Blas, al que ellos le llaman, la fiesta del Blasito.
Posiblemente en otros pueblos de la península, no mencionados, también se encuentren este tipo de danzas. Esperemos que con la continuación de estos trabajos de investigación, lleguemos a encontrarlos.
                            A partir del siglo XVIII, el instrumento, hasta entonces propio de las clases populares, se comienza a introducir en la sociedad más culta, debido al gran auge que tomó la seguidilla y la introducción del bolero en los salones de baile y fiestas más elegantes, se fijan la sujeción al dedo pulgar y se desarrolla un estilo más fino y elegante, de aquí, la aparición de grandes intérpretes profesionales y perfeccionamiento del instrumento, y su aparición en escenarios teatrales, que da origen a la actual y conocida castañuela de concierto y de flamenco del que tantos intérpretes como Antonia Mercé (La Argentina), Lucero Tena o José de Udaeta.
BIBLIOGRAFÍA

1º LAS CASTAÑUELAS: por Francisco Asenjo Barbieri
2º MÉTODO COMPLETO DE CASTAÑUELA por Tomás Rodríguez
3º EL TRIUNFO DE LA CASTAÑUELA por Alexandro Moya.
4º CIENCIA DE LA CASTAÑUELA por Francisco Agustín Florencio
5º LA CASTAÑUELA TRADICIONAL por Joaquín Díaz.
6º LA CASTAÑUELA FLAMENCA por Manuel Vela.
7º LA CASTAÑUELA ESPAÑOLA Y LA DANZA por Victoria Cavia.
8º LA CASTAÑUELA ESPAÑOLA por José de Udaeta
9º MÉTODO DE CASTAÑUELA CLÁSICA por Emma Maleras.
Entrevista realizada por la Voz de Marchena 26/2/2016 sobre la castañuela / Leer
Hasta aquí, todo lo referente a las castañuelas, seguiremos trabajando para poder ampliar nuestros conocimientos sobre este instrumento, tan simple y a la vez interesante, dentro de los instrumentos de percusión.
Parte de mi colección de castañuelas
Vídeos realizador por Antonio Rodríguez Trujillo